Feliz
día Diana, mi amada. Feliz día para mi madre Rosa, mi suegra Cecilia.
Feliz
día para todas las mujeres que no estoy nombrando (por estricta cuestión de
espacio, no de afecto) que saben que deben figurar expresamente mencionadas en
este post. Por ejemplo: Pilar, Yolanda, Soraya, Mercedes, Nidia, Fabiola,
Maryluz, Mayita, Angélica, Ximena, Miriam y, cuando menos, otro
medio centenar de talentosas, geniales y bellas mujeres.
Feliz
día para mis ex-alumnas. Feliz día para todas las mujeres que han sido mis
maestras y profesoras. Feliz día para las enfermeras y las médicas que han
cuidado y están atentas a cuidar la salud de todos nosotros. Feliz día
para mis vecinas.
Feliz día para las mujeres que me han obligado a
girar mi cabeza para seguirlas admirando hasta que desaparecieron en
el mismo anonimato del que surgieron ante mí.
Feliz día para todas las mujeres que están
internadas en hospitales, presas en cárceles, refugiadas de las
calamidades de las guerras. Feliz día para todas las mujeres hambrientas y
para las mujeres que padecen el hambre y el sufrimiento de sus hijas e
hijos. Feliz día para todas las mujeres que han sido o están siendo mal
tratadas. Feliz día para todas la mujeres que nunca han escrito y nunca
escribirán un libro, ni pintarán un cuadro, ni interpretarán una película, ni
saldrán nunca jamás en la tele… Feliz día para las mujeres que son y seguirán
siendo anónimas.
Feliz día para las mujeres que no les interesa
que hoy sea “8 de marzo” y que, como todos los días, están atentas a los más
mínimos detalles de sus hijos, de sus parejas, de sus empleados, de sus jefes,
de sus clientes, de sus proveedores, de sus vecinos… ¡Feliz Día Mujeres!